Hospital Veterinario Nacho Menes, subida de precios, cobro inesperado y falta de transparencia
Hace aproximadamente un año acudimos por primera vez al Hospital Veterinario Nacho Menes, en Gijón, para una operación importante a nuestro perro. El veterinario que la realizó actuó con gran profesionalidad, lo que nos dejó una buena impresión inicial.
A partir de ahí, en consultas posteriores por otros motivos, comenzamos a acudir de forma regular. Fue en ese momento cuando conocimos a una veterinaria del centro cuyo trato cercano, empático y profesional nos convenció para seguir confiando en este hospital. Con ella, cada cita era clara, humana y llena de confianza, cualidades que para nosotros son imprescindibles en el cuidado de un animal.
Sin embargo, lo ocurrido en nuestras últimas visitas ha cambiado por completo nuestra percepción.
La primera sorpresa llegó cuando pedimos cita y, al estar de vacaciones la veterinaria habitual, nos atendió otro profesional. Desde el primer momento la diferencia fue evidente: un trato frío, distante y sin conexión alguna ni con el perro ni con nosotros. La sensación fue la de alguien que trabajaba con desgana, sin empatía ni interés. A esto se sumó un detalle no menor: la consulta, que hasta entonces había costado 45 €, nos fue cobrada a 59 €. Una subida del 33 % aplicada sin previo aviso ni explicación previa.
Ese mismo veterinario programó una revisión de seguimiento. Sin embargo, al no haber quedado satisfechos con su trato, decidimos llamar por teléfono y solicitar que nos atendiera la veterinaria de siempre. Como ella regresaba de sus vacaciones unos días más tarde, la revisión se reubicó para que coincidiera con su disponibilidad. Y, como siempre, la diferencia fue notable: atención cercana, explicaciones claras y verdadero interés por el animal. Recuperamos la confianza… hasta que llegó la factura.
En recepción nos comunicaron que la revisión también tenía coste, cuando hasta ese momento —y en toda nuestra experiencia con el hospital— las revisiones habían estado incluidas en la primera consulta. Al pedir explicaciones, la respuesta resultó desconcertante: primero nos dijeron que “ahora las revisiones también se cobran”, pero acto seguido cambiaron la versión y afirmaron que “depende del veterinario”. Esa contradicción no solo transmite arbitrariedad, sino que deja al cliente en una situación de indefensión.
Lo más grave es que, tras comentar lo ocurrido con otro cliente del hospital, nos confirmó que a él no le habían cobrado la revisión. Entonces, ¿por qué a unos clientes sí y a otros no? ¿Cómo se pueden aplicar políticas distintas en función del cliente o del profesional que atienda? Este trato desigual es injustificable y mina la confianza en la gestión del hospital.
Este cúmulo de situaciones genera una percepción muy negativa. La subida de precios sin aviso, el cobro inesperado de una revisión que siempre había estado incluida, las explicaciones contradictorias y el trato poco amable en recepción alimentan la sensación de arbitrariedad e incluso de mala fe, como si se nos hubiera querido “penalizar” por pedir que nos atendiera nuestra veterinaria habitual en lugar del otro profesional.
En muchos hospitales y clínicas veterinarias las revisiones forman parte del seguimiento lógico de la consulta y están incluidas en el precio inicial. En otros casos, sí se cobran, pero siempre se avisa con antelación y con tarifas claras. Lo que no es aceptable es aplicar cambios repentinos sin informar al cliente, y menos aún hacerlo de forma desigual entre unos clientes y otros.
Reflexión final
Nuestra experiencia en el Hospital Veterinario Nacho Menes ha sido profundamente decepcionante en estas últimas visitas. Más allá de la profesionalidad individual de algunos veterinarios, lo que hemos vivido refleja una gestión deficiente y un trato inaceptable al cliente, marcado por la falta de transparencia y por una atención en recepción que en lugar de resolver dudas genera aún más confusión y malestar.
- Subida de precios sin aviso previo (de 45 € a 59 € por consulta).
- Cobro inesperado de revisiones que antes estaban incluidas.
- Explicaciones contradictorias en recepción y trato poco amable.
- Trato desigual entre clientes, a unos sí se les cobra y a otros no.
- Falta de transparencia en las tarifas, que no están disponibles de forma pública ni accesible.
Como clientes, sentimos que hemos sido tratados con arbitrariedad y sin la consideración que merecen quienes confían la salud de sus animales a este hospital. La falta de claridad, la ausencia de una política coherente y el mal trato recibido nos llevan a replantearnos seriamente seguir acudiendo a este centro.
Porque lo que está en juego no es solo un importe en una factura, sino la confianza y la tranquilidad de los dueños que buscan lo mejor para sus animales. Y cuando esa confianza se rompe, es muy difícil recuperarla.