¿Fue Asturias independiente de España? De la Revolución de 1934 al Consejo Soberano de 1937
Asturias, tierra de minas, montañas y resistencia, ha sido escenario de episodios únicos en la historia de España. En dos momentos distintos del siglo XX, la región vivió situaciones extraordinarias que han alimentado durante décadas una pregunta apasionante:
👉 ¿Llegó Asturias a ser independiente de España?
La primera ocasión fue en octubre de 1934, con la célebre Revolución de Asturias, una insurrección obrera que tomó el control de gran parte del Principado durante dos semanas. La segunda, en plena Guerra Civil Española, en agosto de 1937, cuando el Consejo Soberano de Asturias y León, presidido por Belarmino Tomás, proclamó la soberanía de la región, creó ministerios, organizó la vida civil y hasta emitió su propia moneda: los célebres “belarminos”.
Ambos episodios son distintos en naturaleza, pero comparten un elemento común: durante un breve tiempo, Asturias funcionó como un territorio que se gobernaba a sí mismo, al margen del poder central. Y aunque los libros de historia suelen matizar que no hubo independencia en el sentido jurídico internacional, la memoria asturiana recuerda esos días como un momento de auténtica soberanía.
La Revolución de Asturias de 1934
Contexto histórico
La Segunda República Española (1931-1939) atravesaba un periodo de inestabilidad política y social. Tras un bienio inicial de reformas progresistas, las elecciones de 1933 llevaron al poder a una coalición de derechas. La entrada de ministros de la CEDA en el Gobierno fue interpretada por partidos obreros y sindicatos como un paso hacia un posible régimen autoritario.
En ese ambiente de tensión, la izquierda socialista y comunista impulsó la idea de una huelga general revolucionaria en toda España. La convocatoria fracasó en la mayoría de regiones, pero en Asturias adquirió una dimensión insurreccional de enorme magnitud.
El estallido de la insurrección
El 5 de octubre de 1934 comenzó la revolución. Miles de mineros, armados con fusiles y dinamita, asaltaron cuarteles de la Guardia Civil, ocuparon fábricas, ayuntamientos y líneas de comunicación. Ciudades como Mieres, Sama, La Felguera y Trubia pasaron rápidamente a control de los sublevados.
En Oviedo, la capital, se produjeron intensos combates que duraron varios días. Finalmente, buena parte de la ciudad también quedó en manos revolucionarias, aunque con fuerte resistencia en algunos cuarteles y edificios oficiales, como el de Santa Clara o el de Pelayo.
Organización y control del territorio
Durante dos semanas, Asturias estuvo bajo control de comités revolucionarios. Estos asumieron funciones de gobierno:
- Administración de justicia en sustitución de jueces y tribunales.
- Control de fábricas, minas y transportes.
- Distribución de alimentos y productos básicos.
- Creación de un “Ejército Rojo” minero, con más de 30.000 combatientes.
Aunque no hubo una declaración formal de independencia, el Estado perdió por completo el control de gran parte de Asturias. Para muchos historiadores, se trató de un ensayo de “poder obrero” más que de un proyecto separatista.
La represión del Ejército
El Gobierno central reaccionó con contundencia. Bajo el mando del general López Ochoa y con la participación de Francisco Franco, entonces un militar en ascenso, se desplegaron tropas de la Legión y Regulares de Marruecos.
Oviedo fue bombardeada y escenario de combates callejeros. Los mineros resistieron con dinamita, pero la superioridad militar fue decisiva. Entre el 18 y el 19 de octubre, la revolución fue sofocada.
Balance y consecuencias
Se calcula que hubo entre 1.200 y 2.000 muertos, miles de heridos y más de 30.000 detenidos. La represión fue durísima, con ejecuciones sumarias y denuncias de torturas.
La Revolución de Asturias tuvo repercusiones políticas profundas:
- Elevó la figura de Franco como militar eficaz.
- Reforzó la presencia del Ejército en la vida política.
- Radicalizó la confrontación entre izquierda y derecha.
- Quedó grabada en la memoria obrera como un episodio heroico de resistencia.
La Revolución de Asturias de 1934 no fue una independencia formal, pero durante esas dos semanas el Principado estuvo, de facto, fuera del control del Estado español. Para el pueblo asturiano fue un acto de resistencia y dignidad que sigue vivo en la memoria colectiva.
El Consejo Soberano de Asturias y León (1937)
El contexto de la Guerra Civil
Tres años después de la revolución minera, España estaba sumida en plena Guerra Civil (1936-1939). En el frente norte, los territorios de País Vasco, Santander y Asturias habían resistido al avance franquista, pero en el verano de 1937 la situación cambió radicalmente.
- Bilbao cayó en junio de 1937.
- Santander fue conquistado en agosto.
- Asturias quedó como último bastión republicano del norte, prácticamente aislado del resto del territorio leal a la República.
El Gobierno central, instalado en Valencia, apenas podía enviar ayuda. Los suministros llegaban con dificultad, el bloqueo marítimo era casi total y los bombardeos franquistas sobre Gijón y Oviedo se intensificaban.
La proclamación de la soberanía
En ese escenario desesperado, el 24 de agosto de 1937, el Consejo Interprovincial de Asturias y León —autoridad regional en la que participaban el PSOE, el PCE, Izquierda Republicana, la UGT, la CNT y la FAI— tomó una decisión inédita: declararse Consejo Soberano de Asturias y León.
El nuevo órgano concentraba todo el poder civil, económico y militar, con Belarmino Tomás como presidente. La capital se estableció en Gijón.
La prensa de la época recogió la noticia con titulares que hablaban abiertamente de “independencia” del Principado frente al Gobierno republicano. Para Madrid fue un desafío inesperado: Indalecio Prieto, ministro de Defensa, reaccionó con indignación y el propio presidente Manuel Azaña se refirió despectivamente a aquel gobierno como el “Gobiernín”.
Organización política y administrativa
El Consejo Soberano funcionó como un auténtico gobierno. Se crearon comisiones que actuaban como ministerios: Guerra, Interior, Obras Públicas, Hacienda, Industria, Agricultura, Sanidad, Asistencia Social, Instrucción Pública, Comunicaciones y Marina.
Durante los 57 días que duró su existencia, el Consejo promulgó 52 edictos, reguló la economía, impuso toques de queda, controló el transporte y prohibió la salida de población del territorio.
La moneda de los “belarminos”
Uno de los elementos más singulares de este periodo fue la emisión de moneda propia: los billetes conocidos como “belarminos”, firmados por Belarmino Tomás.
Se emitieron en distintas denominaciones (25 céntimos, 50 céntimos, 1 peseta, 5 pesetas, etc.) y circularon como sustituto de la peseta en las transacciones locales. Hoy son piezas muy valoradas por coleccionistas e historiadores.
Además, se imprimieron sellos y se establecieron medidas económicas de emergencia para garantizar el abastecimiento en una región bloqueada.
Política interna y medidas de control
El Consejo Soberano tomó decisiones que afectaron profundamente a la vida cotidiana:
- Toque de queda a partir de las 22:00 horas.
- Cierre de cafés, bares y restaurantes.
- Prohibición de armas sin licencia y de aparatos de radio.
- Limitaciones estrictas al movimiento por carretera.
- Juicios políticos que dictaron 17 condenas a muerte, aunque solo 3 fueron ejecutadas.
El Consejo Soberano llegó a enviar comunicaciones a la Sociedad de Naciones, intentando que se reconociera su situación. Aunque no obtuvo respuesta, este gesto demuestra que actuaba como un Estado independiente.
La reacción de la República
El Gobierno republicano vio esta proclamación con enorme preocupación. No reconoció la soberanía del Consejo y trató de mantener autoridad sobre Asturias, aunque sin capacidad real para intervenir.
Indalecio Prieto calificó la actuación de Belarmino Tomás de “disparatada” y temió que el ejemplo asturiano animase a otras regiones a seguir el mismo camino. Para la República, era una ruptura innecesaria en un momento en el que la unidad era vital para resistir al franquismo.
La caída del Consejo
El 20 de octubre de 1937, apenas 57 días después de su proclamación, el Consejo Soberano celebró su última reunión. La situación era insostenible: el ejército franquista avanzaba hacia Gijón, el aislamiento era total y la moral estaba por los suelos.
Ese mismo día, el coronel Adolfo Prada reconoció que “no es posible resistir más”. Poco después, Gijón fue tomada por las tropas franquistas, poniendo fin a la experiencia del Consejo Soberano.
Belarmino Tomás y otros dirigentes huyeron en barcos pesqueros hacia Francia. Años después, muchos se exiliarían en México y otros países de América Latina.
Balance histórico
El Consejo Soberano de Asturias y León fue, en la práctica, la experiencia más cercana a una independencia asturiana en el siglo XX. Contó con:
- Gobierno propio con ministros.
- Moneda y sellos propios.
- Control territorial y militar.
- Intentos de relaciones internacionales.
Sin embargo, careció de reconocimiento internacional y se enmarcó más en una situación de emergencia bélica que en un verdadero proyecto de Estado independiente.
Comparación entre 1934 y 1937
Aunque a menudo se confunden, la Revolución de Asturias de 1934 y el Consejo Soberano de 1937 fueron fenómenos muy distintos:
- Naturaleza del levantamiento
- 1934: un movimiento obrero e insurreccional contra el Gobierno de la Segunda República.
- 1937: un gobierno soberano proclamado en plena Guerra Civil para responder al aislamiento del norte republicano.
- Duración
- 1934: unas dos semanas (5-19 de octubre).
- 1937: 57 días (24 de agosto – 20 de octubre).
- Organización política
- 1934: comités revolucionarios, sin estructura de Estado.
- 1937: un Consejo con presidente, consejeros (ministros) y departamentos.
- Economía y moneda
- 1934: no hubo moneda ni política económica propia.
- 1937: se emitió moneda (“belarminos”), sellos y se dictaron 52 edictos económicos.
- Relación con el Estado español
- 1934: enfrentamiento directo con el Gobierno republicano, sofocado con intervención militar.
- 1937: desafío político a la República, que no reconoció la soberanía del Consejo, y derrota final ante las tropas franquistas.
En resumen, en 1934 se trató de una revolución local sin aspiración de independencia nacional, mientras que en 1937 hubo una soberanía de facto, aunque nunca reconocida fuera de Asturias.
Memoria y legado
Ambos episodios dejaron una huella profunda en la historia de Asturias y de España:
- En la memoria obrera: la Revolución de 1934 es recordada como un acto de resistencia contra la injusticia social, aunque con un alto coste humano.
- En la Guerra Civil: el Consejo Soberano de 1937 mostró la desesperación de un territorio aislado y la dificultad de mantener la unidad republicana.
- En la historiografía: se habla a veces de “República de Asturias” para referirse al Consejo Soberano, aunque nunca existió como Estado independiente.
- En la cultura popular: novelas, canciones, documentales y obras teatrales han mantenido viva la memoria de aquellos días.
Asturias, como región, construyó parte de su identidad colectiva a través de estos episodios, vistos por algunos como gestos heroicos y por otros como errores estratégicos que debilitaron la resistencia frente al franquismo.
Asturias nunca fue reconocida oficialmente como Estado independiente, pero los hechos de 1934 y, sobre todo, de 1937, marcaron momentos en los que la región se gobernó a sí misma al margen del poder central.
Durante la Revolución minera de 1934, el Principado funcionó durante dos semanas fuera del control estatal. Tres años más tarde, el Consejo Soberano de Asturias y León proclamó su soberanía, emitió moneda, dictó leyes y actuó como un auténtico gobierno durante 57 días.
Para muchos historiadores, aquello no fue independencia en el sentido jurídico. Pero para los asturianos que lo vivieron —y para la memoria colectiva de la región— Asturias sí fue independiente durante ese breve periodo, resistiendo sola contra las tropas franquistas y desafiando incluso al Gobierno republicano.
Más allá de definiciones legales, esos episodios forman parte del orgullo asturiano: demostraron la capacidad de una tierra de organizarse, luchar y defenderse en las circunstancias más adversas. Asturias fue, aunque solo por semanas, un territorio soberano, y esa experiencia sigue siendo recordada como una de las páginas más intensas y singulares de su historia.
Conclusión
Asturias nunca fue reconocida internacionalmente como Estado independiente, pero en dos momentos cruciales del siglo XX ejerció una soberanía real:
- En 1934, durante la Revolución minera.
- En 1937, con el Consejo Soberano de Asturias y León.
Durante esos días, el Principado tuvo gobierno propio, controló su territorio, dictó leyes, emitió moneda y resistió solo frente a enemigos mucho más poderosos.
📌 Por eso, aunque los manuales digan que no fue independencia formal, los asturianos saben que sí lo fue en la práctica. Y ese recuerdo es motivo de orgullo: Asturias se levantó, se gobernó y se defendió por sí misma.
Línea temporal
- 5 octubre 1934 → Inicio de la Revolución.
- 19 octubre 1934 → Fin de la insurrección.
- 24 agosto 1937 → Nace el Consejo Soberano.
- 20 octubre 1937 → Caída de Gijón y fin de la soberanía.